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Tras 20 años del Código de Conducta para la Pesca Responsable, todavía queda mucho por hacer

Tempo di lettura: 3 minuti
IRS

El Código de Conducta para la Pesca Responsable [1] de la FAO, fue elaborado por 170 naciones y adoptado unánimemente por los Estados Miembros en la Conferencia de la FAO en octubre de 1995. Llegó en un momento importante, puesto que en los años 80 se veían señales de que los stocks se estaban agotando y había serios problemas medioambientales relacionados con la pesca. Su elaboración nació de un consenso mundial entre los representantes de los miembros de la FAO, las organizaciones intergubernamentales, la industria pesquera y las ONGs sobre diferentes aspectos de la pesca y la acuicultura.

Pese a no ser legalmente vinculante, el Código adquiere una gran relevancia al contener una lista de principios de comportamientos y prácticas dirigidas a una gestión responsable de los recursos marinos y su hábitat, incluidas las cuestiones relativas a la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (INDNR), diversos Planes de Acción Internacionales, eco-etiquetado para la certificación y directrices para la pesca artesanal.

Pero si bien es cierto que durante las últimas dos décadas el Código ha jugado un papel fundamental para una pesca más sostenible, estableciendo estándares mundiales para guiar a los gobiernos y al sector privado en la conservación y gestión de los recursos marinos mundiales, MedReAct considera que la situación actual de los océanos está muy lejos de ser la deseable.

El propio responsable de Recursos Pesqueros de la FAO, Marcelo Vasconcellos, reconoce que “Si se analiza el indicador de la situación de los stocks todavía no hay una reversión. La situación no ha cambiado significativamente en los últimos 15 ó 20 años”.

Lamentablemente, los gobiernos todavía no han sido capaces de hacer cumplir los objetivos establecidos en el Código, dejando no sólo la biodiversidad marina en riesgo, sino también a los millones de personas que dependen del mar para alimentarse y ganarse el sustento. Ahora bien, como las directrices del Código no son vinculantes los Gobiernos no están obligados a cumplirlas, así pues, ¿cómo se pretende lograr la sostenibilidad de los recursos pesqueros y garantizar la seguridad alimentaria de la población mundial?

Seguramente la respuesta más apropiada pasaría por un cambio en el patón de consumo, junto con el cumplimiento estricto de las normativas y compromisos adquiridos. Entre las medidas prioritarias deberían primar, entre otras, la recuperación de las poblaciones de peces a niveles sostenibles y un acceso preferente a las modalidades de pesca de bajo impacto ambiental. Dirección opuesta a algunas de las medidas que se han venido realizando en los últimos años, como por ejemplo la privatización del acceso a los recursos pesqueros mediante la introducción de cuotas transferibles. Esta medida de gestión no ha resultado en una reducción de la sobrepesca, sino que ha afectado gravemente a la flota artesanal y ha concentrado el poder de pesca en manos de los grandes buques industriales.

Cabe destacar que, además del Código de Conducta para la Pesca Responsable, ya existen numerosas otras reglamentaciones con directrices legalmente vinculantes que, si se cumplieran, conducirían a un buen estado ambiental y una pesca con futuro. Entre estas normativas destacan la Política Pesquera Común, el Reglamento del Mediterráneo, la Directiva Hábitats, la Directiva marco sobre la estrategia marina, la Gestión Marítima Integrada, el Convenio de Biodiversidad Biológica, entre otras obligaciones y compromisos adquiridos tanto a nivel internacional, europeo, como estatal.

Actualmente, en aguas comunitarias, el 93% de los stocks pesqueros evaluados en el Mediterráneo están sobreexplotados, frente el 48% del Atlántico Noreste y aguas adyacentes [2]. Merluza, pez espada, bacaladilla, sardina, besugo, lenguado, rodaballo, salmonete de fango, rape, gamba roja y cigala [3] son algunas de las especies sobreexplotadas en el Mediterráneo español. Las poblaciones de sardina y merluza están, además, en niveles críticos.

Esta débil gestión es la responsable que la cultura marinera y su biodiversidad se estén perdiendo a un ritmo acelerado, y que numerosas familias de pescadores estén en una situación económica muy delicada. Además, a pesar de tener unos mares potencialmente muy productivos, casi la mitad del pescado que se consume en la Unión Europea procede de aguas extracomunitarias (cerca del 66% en el caso español), lo que significa que se está exportando la sobrepesca a otras zonas del planeta. Mostrando así que el modelo de producción europeo es claramente insostenible y además, afecta la soberanía alimentaria de terceros países.

La falta de voluntad política está al orden del día, es hora de salir de los caminos equivocados y restablecer las poblaciones de peces. Código de Conducta para la Pesca Responsable, sí, pero también cumplimento y aplicación de las normativas ya existentes.

[1] http://www.fao.org/fishery/code/es

[2] Comisión Europea, 2015. Consulta sobre las posibilidades de pesca para 2016 en virtud de la política pesquera común. Bruselas, 2.6.2015. COM(2015) 239 final.

[3] STECF, 2015. Scientific, Technical and Economic Committee for Fisheries (STECF) – Consolidated Advice on Fish Stocks of Interest to the European Union (STECF-14-24). 2014. EUR 27028 EN, JRC 93360, 747 pp.

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